Compro Oro


No me lo podía creer. Lo que me faltaba por ver. Un lumbreras ha encontrado la fórmula más efectiva y barata de hacer publicidad de su negocio. Sí, uno de esos que adora becerros de oro, alguien al que no le tiembla el pulso cuando pone precio a las medallitas que empeña la gente cuando tiene el agua al cuello. Un mercader en toda regla. Un listo.

Seguramente pensará que regalando camisetas a los pobres negros de los semáforos está haciendo una obra de caridad. Y es que, no les quepa duda, muchos compradores de oro consideran que echan una mano a las familias apuradas comprando colmillos de oro. En definitiva, colmillos dorados para  colmillos afilados.

Y ahora me dirán que de algo hay que vivir, que tienen que mantener una familia y que nadie se aprovecha de nadie. El precio del gramo de oro está fijado y no cabe engaño alguno. Sí, conforme, pero a mi, y espero que a muchos, se me revuelve el estómago pensando en esos trueques. ¿Se imaginan a la señora que tiene que empeñar la alianza de su marido fallecido para llegar a fin de mes?

No es cuestión de demagogia, queridos lectores, es una cuestión de escrúpulo. Pero lo que más me duele no es que algunos vayan alardeando de creatividad publicitaria por las dichosas camisetas, lo que de verdad me molesta es que ante estos abusos no hayan intervenido quienes funden el oro en coronas y canastillas. Contra los mercaderes del templo ya hubo alguien enfrentándose, ¿recuerdan?, sí, el mismo al que hoy seguimos, al menos, eso pensaba yo.

2 comentarios:

Anónima Sevillana dijo...

Magnifico lo de "colmillos dorados para colmillos afilados".
Para mí seria terrible desprenderme de la medalla del Gran Poder que mi padre llevó tantos años colgada al cuello.

Saludos, y mis mejores deseos para tí y los tuyos en el próximo año.

Miguel dijo...

Una reflexión contemporánea al vuelco sentimental de nuestros corazones en estas fechas. Sincronías de buen escritor. Estos mercaderes de cloaca no tienen escrúpulos amigo Fernando. Lo preocupante es que todos empezamos a perderlos, y ahora más que nunca, tenemos que apreciar más lo que somos que lo que valemos.

Feliz Navidad y espero que tengas un buen 2010, al menos, tan productivo como este.